Tiempo de Lectura: 5 minutos
La vida sedentaria, la falta de ejercicios, los malos hábitos alimenticios e incluso factores genéticos nos llevan a transitar por el camino del sobrepeso y la obesidad, lo cual afecta nuestros órganos, el autoestima y limita el bienestar en general.
Es entonces cuando pensamos que seguir una dieta hipocalórica (baja en calorías) – recomendada por una amiga o descubierta en Internet – bastará para echar marcha atrás y recuperar nuestro peso ideal y aquella época de energía, vigorosidad y plenitud.
Sin embargo, ¡no es así de simple! Los regímenes alimenticios genéricos no son una respuesta mágica ni sustentable al sobrepeso; se necesita de una dieta personalizada, que responda a nuestra genética y características, para obtener resultados que se mantengan a largo plazo y no poner en riesgo nuestra salud física y mental.
Para que conozcas la realidad sobre las dietas bajas en calorías que son recomendadas en Internet y blogs no especializados, aquí te explicaremos en qué consisten y cuáles son sus potenciales secuelas.
¿Te interesa el tema? ¡Sigue leyendo hasta el final!
¿En qué consiste una dieta hipocalórica?
La dieta hipocalórica puede ser cualquier tipo de alimentación (por ejemplo, la dieta mediterránea) que se basa en el conteo de calorías y, por lo tanto, suele implicar la reducción abrupta de porciones.
Por otro lado, las dietas que suelen encontrarse en internet, las «fad diets» o recomendadas por el vecino implican eliminar o reducir al máximo grupos de alimentos convencionalmente asociados a la acumulación de grasa (carbohidratos, grasas, azúcares).
Una dieta hipocalórica controlada por un profesional tiene diversos beneficios, tales como pérdida de grasa corporal, mejora de la respuesta a la insulina y, en muchos casos, una mejor calidad de vida.
Cuando este tipo de dietas no se lleva a cabo bajo una adecuada supervisión, existen riesgos de una mala composición de la dieta que puede significar un aporte insuficiente de vitaminas liposolubles, ácidos grasos esenciales, fibra y micronutrientes, así como provocar trastornos mentales y, especialmente en mujeres, desbalances hormonales.
Las dietas deben estar adecuadas a las características y necesidades de cada individuo, tales como: edad, sexo, peso, altura, estilo de vida, historial médico e incluso su genética. La genética juega un papel importante al diseñar un régimen alimentario hipocalórico. Por ejemplo, el gen POMC produce varias proteínas, entre ellas el péptido β-MSH que se une al receptor MC4R, que juega papel muy importante en la regulación del peso y saciedad. Según la configuración de estos genes, una baja ingesta calórica provocaría en algunas personas poco apego a la dieta. Si no se identifica y se toma en cuenta, la dieta puede fallar, provocando sentimientos de frustración e impotencia, además de la continuación del sobrepeso.
Es por esto que los especialistas son los indicados para determinar qué tanto reducir las calorías – en caso de que tu organismo realmente lo necesite – y de qué forma balancear la alimentación para lograr tus objetivos de manera segura y efectiva.
¿Por qué muchas personas optan por estas dietas?
Las dietas hipocalóricas son muy populares entre quienes suelen creer que solo con eliminar algunos alimentos por un tiempo será suficiente para mantenerse a salvo, para siempre, del sobrepeso y la obesidad.
No obstante, la medicina moderna nos dice que no basta con sustituir harinas por frutas, sino que se requiere llevar una alimentación ajustada a las necesidades de nuestro organismo, ¡y eso lo determina el análisis genético!
Y, además, debemos complementarla con el desarrollo de hábitos saludables, relacionados con el ejercicio regular y una vida activa, también adecuados a nuestras características y metabolismo.
La dieta hipocalórica funciona aplicada por cortos períodos y con base en un cálculo hecho por un profesional, sobre el nivel de calorías requeridas y la duración ideal.
Efectos secundarios y riesgos de una dieta hipocalórica
Aunque las dietas hipocalóricas lucen, aparentemente, inofensivas e ideales para cualquier persona, la realidad es otra, pues existen una serie de contraindicaciones, así como también riesgos y efectos secundarios.
Además, los problemas de sobrepeso suelen ser de larga data y muchas veces ya han causado, de forma silenciosa, otras enfermedades a nuestro organismo, como, por ejemplo: hipertensión, diabetes o cardiopatías.
Estas afecciones requieren de un régimen especial y adaptado específicamente a la condición del paciente.
Toda dieta hipocalórica, incluso supervisada por un profesional, tiene riesgo de rebote. Existe una alta incidencia de rebote que llega a producir el aumento del peso todavía mayor al inicial una vez concluida la dieta, esto se debe a que:
- El organismo se adapta al estado hipocalórico, por lo que se «acostumbra» a gastar menos calorías y las provenientes de la nueva y mayor ingesta se reservan en forma de grasa;
- Se aumentan las reservas para un posible período posterior de disminución calórica; el cuerpo asume que en el futuro puede verse nuevamente privado de calorías y se prepara;
La dieta hipocalórica, como mencionamos con anterioridad, no solo elimina una cantidad importante de alimentos de nuestro menú, sino que también reduce las proporciones de los productos permitidos, por lo cual es indispensable conocer el historial médico y la genética antes de aventurarse a asumir este régimen.
De lo contrario, un drástico y desequilibrado cambio en nuestro consumo de alimentos puede ocasionar:
- Pérdida de masa muscular;
- Debilitamiento del sistema inmunitario;
- Poca adherencia a la dieta;
- Al no ser supervisada puede ocasionar graves consecuencias en algunas personas, incluso el fallo cardíaco y la muerte;
- Aporte insuficiente de vitaminas liposolubles, ácidos grasos esenciales, fibra y micronutrientes;
- Ansiedad;
- Irritabilidad (mal humor);
- Falta de concentración;
- Cansancio y agotamiento;
- Insomnio (falta de sueño);
- Depresión.
La razón de estos riesgos es principalmente que el cuerpo necesita de energía para su correcto funcionamiento. Cuando las grasas y azúcares se eliminan, el cuerpo se ve obligado a sacar calorías de las proteínas.
Esto hace que el cuerpo consuma músculos, entre ellos los miocardiocitos, las células del corazón, causando finalmente, fallos cardíacos.
Entonces, ¿la dieta hipocalórica es la mejor opción para ti?
Al llegar hasta aquí, la conclusión es clara: no se trata de si esta u otra dieta es «buena», sino de alimentarnos de acuerdo a nuestras necesidades y características genéticas.
En definitiva, esta ni ninguna otra opción genérica debe ser tomada en cuenta sin consultar a especialistas y de forma improvisada.
Igualmente, un régimen dietético por sí solo, sin hacer conciencia y aplicar un cambio sustentable en tus hábitos alimentarios – que parta del análisis genético -, no será una respuesta definitiva al sobrepeso u obesidad.
¿Te pareció útil e interesante esta lectura? ¿Te gustaría seguir nutriéndote de información valiosa para tu salud y bienestar? ¡Te invitamos a que te suscribas en nuestro newsletter!